Skip to content Skip to footer

Desde pequeños existe una preferencia por relacionarse con iguales del mismo género que se mantiene hasta la adolescencia. Aunque es común que los niños prefieran jugar con amigos de su propio género, esta segregación influye en la forma de relacionarse con los demás. Los adultos, con nuestros comentarios, aprobamos o reprobamos las relaciones que los niños mantienen con sus iguales, condicionándolas. Influimos, posiblemente de forma ingenua y no malintencionada, en la forma en la que los niños y las niñas se relacionan entre ellos.

Preguntar a los niños si tienen novio o novia puede influir en la manera en que se relacionan con sus amigos. Con esas preguntas les transmitimos la idea de que los niños y las niñas no pueden tener una relación de amistad, sino que al jugar con iguales del otro género la relación pasa a ser algo más. Fomentamos así que se relacionen solo con los de su mismo género, marcando diferencias entre ambos.

Además, les instigamos a esquivar a los amigos de distinto género para evitar comentarios jocosos del resto del grupo. La inocente pregunta ¿quién es tu novia?, puede generar rechazo en un niño de ocho años hacia la amiga con quien comparte juegos, ya que no quiere ser señalado por el grupo por tener una relación íntima de amistad a la que suelen atribuirse comportamientos que a los niños les avergüenzan, como darse un beso o cogerse de la mano. Preguntando a los niños si tienen novio o novia les advertimos de que hay una forma diferente de comportarse según con quién, por lo que avivamos un cambio en la forma de relacionarse con sus amigos.

Cuando planteamos a los niños qué chico le gusta o quién es su novia, normalizamos que a su edad pueden tener un amigo o amiga íntima como tienen los adultos, fomentando la hipersexualización infantil. Precipitamos conductas que no son propias de la infancia, aprobándolas con nuestros comentarios. Aunque no sea nuestra intención, promovemos que los niños lleven a cabo conductas que son propias de los adultos y que asuman roles que no se corresponden con su etapa evolutiva.

El artículo completo de Mireia Orgilés y José Pedro Espada en EL PAIS puede leerse completo haciendo click aquí.